Aún me quema la mejilla,
mi nariz sangra cual grifo dañado,
mis labios hinchados duelen,
mi cuero cabelludo se estremece
después de arrancarme mechones de
pelo.
Tus ojos vidriosos y tus insultos.
Tu “porque yo lo digo”
Romperme lo recién comprado…
A pesar de correr para esquivar tus
golpes,
a pesar de enfrentarme con
razones,
a pesar del intento de no
someterme,
tu furia cayó sobre mí como tantas veces.
No te bastaron tus fuertes manos
aporreando,
no tuviste suficiente con
empujones,
no te valieron tus puños de acero…
Una vez más, cual esclavo
queriendo escapar,
un sinfín de latigazos cubrieron
mi espalda.
Luego, la tensa calma.
Una voz por detrás pidiendo que no
lo tenga en cuenta,
que tenga más cuidado para no
enfadarle…
Me encierro en el baño a curar mis
heridas,
seco mis lágrimas,
observo las marcas a través del
espejo
y deseo que no se borren nunca,
para lastimar su conciencia.
Nunca se borraron.
Aún las veo.
Siento el escozor.
Todavía duelen.
Aishhh niña que angustia... que escozor...
ResponderEliminarque bien lo describes
Besooooss
Gracias preciosa :)
EliminarQUE BELLO POEMA, VALIENTE, INTENSO.
ResponderEliminarME ENCANTAN LOS POEMAS MELANCOLICOS.
UN BESO GRANDE QUERIDA AMIGA.
CARIÑOS MILES.
Gracias, amiga.
ResponderEliminarUn beso.
¡Cuanto lo siento y no sabes cuanto!
ResponderEliminarTambién sufrí agresiones con un cinturón, lo que más me duele (todavía) es que jamás me pidió perdón (puedes suponer quien)
En mi blog poemas de vero y más escribí sobre ello, cuando encuentre el post te diré cual es.
Besitos
Un beso, preciosa.
EliminarMal de muchos...