Vuelvo a subirlo porque tengo el
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡1º PREMIO!!!!!!!!!!
Estoy muy agradecida por la valoración y los votos recibidos.
Gracias a todos. Besos mil.
Camino asida a mi abrigo, con esa absurda sensación de que si lo sujetas muy bien, te calienta más la sangre y la piel.
Me cruzo con alguna helada ráfaga de viento que sin piedad me pega en la cara. Voy andando con mucho esfuerzo, con tanto trabajo que a veces me tambaleo y tengo que parar para guardar el equilibrio y poder continuar la marcha.
Semanas esperando este reencuentro y hoy todos los hielos y vientos se conjugan para darte la bienvenida.
Pero mis deseos de abrazarte pueden a las calamidades del tiempo, el climático y el que va consumiendo, sin tregua, el reloj de la vida.
Mi niño querido, mi hijo del alma, el que me robó las entrañas...
¿Quién nos distanció? ¿ En qué momento te perdí? ¿Cómo fue que me partiste el corazón?
Tantas veces me lo he preguntado, tantas he querido poner una respuesta, que al final no sé si el resultado es imaginario.
Fue una delgadísima cuerda que fuimos tensando, cada uno por su lado, sin soltarla ni para tomar aire, y un día te vi cargado con una maleta (de sueños o de pesadillas) y dando un portazo desapareciste de mi vida, ésa que habíamos compartido desde el día que supe que te tenía en mi vientre.
Atrás quedaron los cuentos que te leía para que durmieras y las noches en vela limpiando mocos y poniéndote el termómetro.
Se quedaba en el ayer la ternura de darte la vida y la de darte de comer de mi propio cuerpo.
En tu espalda (o en la mía) quisiste dejar los gritos y las malas maneras, abandonaste la rabia, la intolerancia, mis vendas en los ojos y mi atormentada alma.
He pasado los años más lúgubres de mi existencia, me convertí en una mujer huraña, descarnada, perdí la sonrisa de mi rostro y solo he sido sombra sibilina, viviendo al ras de una subsistencia insana.
Soñé tus éxitos y desterré tus posibles fracasos, me hermané con el buzón de las cartas y con el aparato de teléfono, pero ninguno me hizo caso.
Imaginé tu rostro con el paso de los años, te dibujé una vida y presentí tu muerte.
Quise morirme mil veces al tiempo que luchaba por seguir con vida, con la dulce esperanza de volver a abrazarte, de acariciar tu pelo, de susurrarte “hijo” de nuevo.
Los años se han ido echando encima, me han dejado en ruinas, ya casi sin confianza de poder darte un último beso.
Pero...cosas del destino, por algo que no tiene importancia, has aparecido.
Un par de llamadas de lo más impersonales, unas palabras de cortesía, una petición de cita para que te lleve un olvidado papel y mi corazón se ha puesto a brincar, se ha ilusionado, y llevo un par de semanas rebrotando como las flores en primavera, a lo mejor llega el verano a mi vida.
Me has citado en una cafetería muy céntrica, ya estoy llegando, pese a que el viento cortaba mis pasos, el empeño ha sido mayor y más certero.
Al abrir la puerta, el calor de dentro me pega una bofetada y mi cabeza responde con un ligero mareo.
Mis ojos buscan con prisa, hay mucha gente; te veo y el corazón se me dispara, me acerco, temblorosa, con mis manos extendidas deseando sentir las tuyas.
Tus fríos ojos me miran, ¡no veo nada, no veo a mi hijo!, tu mirada me devuelve a un extraño que se perdió para siempre.
Mi corazón protesta, duele, quiero darte un beso, me acerco, ¿donde estás? no te veo. Siento el golpe de mis huesos en el suelo, me agarro a tu pierna, que se desvanece entre sueños...
Hijo de mi vida, abrázame que me muero...