jueves, 30 de enero de 2020

Caperucita

Hace ya un año que escribí ésto, pero siempre puede ser actual.



Ella observa desde la ventana, es solo una silenciosa espectadora, y ya se ha percatado de que el cuento está cambiando.
Caperucita sigue siendo la misma aunque 5 navajas atravesaron su carne, ahora no puede correr tras el lobo ni bailar entre las flores, detalle que aprovecha el señor de Feroz para, sigilosamente, apartarse.
Se le ve muy ocupado últimamente, compartiendo juegos con los tres cerditos, de charla con los enanitos, o de paseo con Hansel y Gretel.
Detrás de los cristales ella no acierta a averiguar si la distancia que está tomando es cosa del azar o premeditada, como ya ha hecho otras veces. Intentará ver si él se pronuncia, porque como mera espectadora, quiere saber.

@ojosdelaniebla

domingo, 19 de enero de 2020

Drogas curativas

Si cuento los buenos médicos que he tenido en mi vida, aún me sobra un dedo de la mano, todos ellos de la Seguridad Social. A unos los perdí porque los van trasladando de un sitio a otro, a dos de ellos por mi cambio de domicilio.
Recuerdo con especial cariño a aquel médico que dejó un gran hospital de Madrid para irse a un pueblo de Toledo, aunque según tengo entendido después hizo el camino de regreso.
Quiso la vida que nuestros caminos se cruzasen,  me ayudó como pocos,  incluso le regalé  un libro encuadernado con poesías y relatos míos,  él siempre me animaba a escribir.
Fue él quién me recetó/aconsejó marihuana para mis dolores, ya que todo lo que probamos no dio resultado. Le hice caso y llegué a tomar dosis de caballo, sin que me afectase en lo mas mínimo, cuando se lo comenté me dijo que no gastase más dinero, que no había manera,  fue la neuróloga quién me dijo que soy inmune a la marihuana.
Cuándo entró la marihuana en mi casa de manera oficial,  cambiaron algunas cosas, para mal.
Han pasado muchos años desde entonces, ahora pensando en que la coca podría aliviarme,  pero con la certeza de que si la meto en casa,  aunque a mí no me sirva, aquí se quedará.  El pavor me inunda mi puñetero cuerpo.