Solo te he visto a través de unas terribles imágenes, solo
he visto tu belleza y tus ojos con una pantalla interponiéndose entre tú y yo.

Lo único que me esperanza es que los que van allí a
protegerte son, en su mayoría, jóvenes, el futuro de esta España anclada en el
medievo; aunque también lo son los que te matan.
Una lucha, dicen, ¿una lucha contra quién? me pregunto, si
tú estás mareado, perdido, nervioso, aterrado…si no peleas, solo lo hacen ellos
¿contra quién?
Una tradición medieval, y allí se quedó esta España
profunda, allí se quedó en tantas cosas; los mismos ritos religiosos, los mismos
“pecados y pecadores”, los mismos buenos, (los que más juzgan, más ofenden, más
daño hacen y más matan). Como se puede ir a cazar-asesinar conejos o jabalíes,
o lo que sea, que campan en libertad, y después ir a misa a juzgar a los demás.
Y tu primer compañero, aquel
que no conocimos, fue dado muerte en aquella época medieval por señores que
encontraron diversión en matar a un semejante tuyo, y así año tras año, aunque
hayan pasado tantos, siguen enorgulleciéndose de hacerlo.
Disfrutan con el sonido que
producen al rasgar tu carne, disfrutan con tu llanto callado, con el olor de tu
sangre, con tu berrido de dolor, con darte muerte, y dicen que no torturan, que
no son asesinos, pues que me digan que palabra define mejor a esos que insultan,
gritan, amenazan y apedrean a humanos que os quieren proteger, a aquellos que
con sus caballos pisotean al personal, a aquellos que sin previo aviso te
sueltan sin importarles un comino si hay gente pacífica, incluso atada para
defenderte, y reporteros trabajando y cumpliendo su labor, esa labor que
arrebatan por medio de amenazas, y no dejan que se cumpla.
Lo que sí dejan que se
cumpla es tu ejecución a sangre fría, la de tus verdugos, que derraman la tuya
gratuitamente.
Declarada fiesta de interés
turístico nacional, aborrecida aquí y allende de nuestras fronteras por tantos.
No puedo dejar de amarte,
toro de la vega, no puedo olvidar tus negros ojos.