Después de un año, qué decirte; el dolor es el mismo, la pérdida la misma, las ganas de escucharte, de volver a verte...
Hay imbéciles que me dicen que tengo un ángel en el cielo, qué coño un ángel, yo te quiero aquí en la tierra, viva, con nosotros. Los angelitos los vamos a dejar para los cuadros y los cuentos.
Todavía, después de tantos meses, sigo sorprendiéndome pensando que te tengo que llamar. Solo puedo hablarte a través de mi mente, o de palabras como estas lanzadas al aire.
Palabras insignificantes, que no sirven para nada, más que para aliviar momentáneamente mi pena.
Solo hay una cosa por la que me alegro de que no estés aquí, buscando algo positivo para ti, ya que no podemos cambiar el final.
Me alegro de que no hayas tenido que ver algunas cosas, de que no hayas tenido que soportar algunas reacciones que ya sabíamos, me alegro de que no hayan podido hacerte más daño, me alegro que no estés para ver tanta miseria, penas, problemas. . Por lo menos estas mierdas las has podido evitar. Ya me gustaría a mí estar en tu lugar, y luego que digan eso de: ay, si levantara la cabeza!
Qué injusta es la vida, la muerte, y sobre todo las personas.
Qué injusta la despedida que no te pudimos dar.
Qué injusta la muerte que no sabe elegir a sus víctimas.
Qué asco de vida que parece que solo vive para joderte.
Me alegro de que tu corazón ya no sufra, ahora toca que sufran los nuestros.
Te quiero, mamá.