Complicidad
Un cúmulo de besos y abrazos, de lágrimas y cómplices
miradas, risas, melodías, ilusiones y esperanzas, desilusiones y dramas… van
llenando un corazón que ya estaba repleto de vivencias y emociones.
Una montaña formada por minúsculos, y no tanto, granos de
vida.
Heridas y pequeños rasguños van completando la piel,
caricias y versos modelan el alma, el corazón va tomando aspecto de roca; grita
o calla.
El corazón y la cabeza se engañan, los sueños se desdibujan,
la verdad se resbala entre las gotas de agua.
Susurros, palabras, huellas en la fina capa que envuelve el
cuerpo.
Presente, recuerdos, lo perdido y lo ganado, lo cosechado y
lo entregado, las renuncias, la inmundicia de tu propia persona… todo quiere
salir cual lava de volcán, mas se acumula en las entrañas.
La suma de despropósitos, la resta de libertad, la
multiplicación de problemas, la división al final.
El despertar de una vela, la calma, la integridad, un amor
incondicional… lame las llagas y con paciencia invita a avanzar.
Coge esa mano que no te dejará caer ni en el más grande de
tus tropiezos y vuelve a caminar, deja que el corazón se vaya amoldando y sepa
estallar sin ruido y sin piedad.
Asirse de una mano cómplice es una buena forma de encontrar ese equilibrio entre corazón y mente. Bonita flor además.
ResponderEliminarDulces besos.
Que alegría me dio encontrarte en mi blog otra vez, preciosa, encantada de volver a leerte.
ResponderEliminarLos problemas son menos intensos cuando tienes una mano que no te deja caer.
Un beso enorme.