martes, 18 de diciembre de 2012

CONVERSACIONES CLANDESTINAS

Tristes pasillos de hospital, paredes blancas,
silencio interrumpido por algún quejido,
pasos afligidos, miradas lánguidas a su cama,
horas de soledad compartida con ella,
largos minutos sin cruzar palabra,
a ratos te relajas un poco,
cuando las visitas derivan la conversación a otros temas,
pero las visitas duran poco;
también duran poco tus visitas a casa,
un beso a tu marido, juegos con tu hijo,
recoger la casa, poner un poco de orden
y volver al coche para regresar a la habitación de tu hermana
para acompañarla en estos difíciles momentos,
para que no lleve sola la carga.




 Después de unos días en tan frío hospedaje
algunas caras se vuelven amables,
un cruce de sonrisas, un “buenas tardes”,
¿un café?... por qué no…
es un enfermero que quiere suavizar el dolor de la espera.

 Al día siguiente se para, se interesa por la enferma,
otro café para alejarte un rato de la pena,
te ofrece su número de teléfono para cualquier emergencia,
cariñosas sus palabras, amables sus gestos, atractivo y joven,
te ves pensando “si las circunstancias fuesen otras…”

Un día tras otro, en la tensa espera , en la ansiedad,
en el miedo, en la incertidumbre…existían esos minutos de sosiego,
charlas amigables, sonrisas, confesiones,  pequeños contactos en una
mano, en un brazo, que casi se podían considerar caricias…

 Y ya los dos buscábamos esos momentos y nos llamábamos;
él  pasaba a despedirse al acabar su turno de trabajo;
yo dormía en casa, al lado de ese hombre que compartía mi vida,
ese hombre al que siempre había querido, al que seguía queriendo.

Intranquila, con remordimientos de conciencia
sin haber hecho nada,
solo me dejaba querer por alguien que me regalaba los oídos,
escuchaba palabras que ya casi nunca me dedicaban,
subía mi ego, mi autoestima,
me daba cuenta de que todavía me veían bonita,
de que aún era joven y podía tener otra vida…

Mientras mi hermana recuperaba su salud
se estrechaba más el lazo con mi….amigo-amor-cariño…
Más cosas sabía de su vida y él de la mía,
más me acariciaba con sus palabras,
más me insistía, más claro era su propósito
y más confuso el mío…

Me moría de ganas, al menos de probar,
pero me mataba el miedo,
ahora creo que esas cosas se hacen sin pensarlas,
por impulsos, con pasión, y yo no tuve el valor…
Lo pensé tantas veces, lo di tantas vueltas,
que no me atreví a dar el paso…

Y hoy, al cabo de los años, aún sigo soñando,
¿qué hubiese pasado?
A veces me arrepiento de no haber tenido valor.
Porque la relación nunca se cortó, ahí está, ahí le tengo.
A veces nos llamamos en secreto
pero sé que si entonces no hubo nada,
ahora menos…

Jugamos a buscarnos y sabernos…


2 comentarios:

  1. Cuando lo leo me pregunto,como a podido plasmar unos momentos que yo e vivido precioso creo que no me cansaria de leerlo sigue asi guapa llegaras lejos

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  2. La realidad supera la ficción, lo que para mí puede ser fantasía para algunos de vosotros puede ser una realidad;
    y de eso se trata, de que os vayáis sintiendo reflejados en mis relatos, de que os sintáis cercanos...
    Un saludo :)

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Gracias por tus palabras