Tristes pasillos de
hospital, paredes blancas,
silencio interrumpido por
algún quejido,
pasos afligidos, miradas
lánguidas a su cama,
horas de soledad compartida
con ella,
largos minutos sin cruzar
palabra,
a ratos te relajas un poco,
cuando las visitas derivan
la conversación a otros temas,
pero las visitas duran
poco;
también duran poco tus
visitas a casa,
un beso a tu marido, juegos
con tu hijo,
recoger la casa, poner un
poco de orden
y volver al coche para
regresar a la habitación de tu hermana
para acompañarla en estos
difíciles momentos,
para que no lleve sola la
carga.
Después de unos días en tan
frío hospedaje
algunas caras se vuelven
amables,
un cruce de sonrisas, un
“buenas tardes”,
¿un café?... por qué no…
es un enfermero que quiere
suavizar el dolor de la espera.
Al día siguiente se para, se interesa por la
enferma,
otro café para alejarte un
rato de la pena,
te ofrece su número de
teléfono para cualquier emergencia,
cariñosas sus palabras,
amables sus gestos, atractivo y joven,
te ves pensando “si las
circunstancias fuesen otras…”
Un día tras otro, en la tensa
espera , en la ansiedad,
en el miedo, en la
incertidumbre…existían esos minutos de sosiego,
charlas amigables, sonrisas, confesiones, pequeños contactos en una
mano, en un brazo, que casi
se podían considerar caricias…
Y ya los dos buscábamos esos
momentos y nos llamábamos;
él pasaba a despedirse al acabar su turno de
trabajo;
yo dormía en casa, al lado de
ese hombre que compartía mi vida,
ese hombre al que siempre
había querido, al que seguía queriendo.
Intranquila, con
remordimientos de conciencia
sin haber hecho nada,
solo me dejaba querer por
alguien que me regalaba los oídos,
escuchaba palabras que ya
casi nunca me dedicaban,
subía mi ego, mi autoestima,
me daba cuenta de que todavía
me veían bonita,
de que aún era joven y podía
tener otra vida…
Mientras mi hermana
recuperaba su salud
se estrechaba más el lazo con
mi….amigo-amor-cariño…
Más cosas sabía de su vida y
él de la mía,
más me acariciaba con sus palabras,
más me insistía, más claro
era su propósito
y más confuso el mío…
Me moría de ganas, al menos
de probar,
pero me mataba el miedo,
ahora creo que esas cosas se
hacen sin pensarlas,
por impulsos, con pasión, y
yo no tuve el valor…
Lo pensé tantas veces, lo di tantas
vueltas,
que no me atreví a dar el
paso…
Y hoy, al cabo de los años,
aún sigo soñando,
¿qué hubiese pasado?
A veces me arrepiento de no
haber tenido valor.
Porque la relación nunca se cortó,
ahí está, ahí le tengo.
A veces nos llamamos en
secreto
pero sé que si entonces no
hubo nada,
ahora menos…
Jugamos a buscarnos y
sabernos…
Cuando lo leo me pregunto,como a podido plasmar unos momentos que yo e vivido precioso creo que no me cansaria de leerlo sigue asi guapa llegaras lejos
ResponderEliminarLa realidad supera la ficción, lo que para mí puede ser fantasía para algunos de vosotros puede ser una realidad;
ResponderEliminary de eso se trata, de que os vayáis sintiendo reflejados en mis relatos, de que os sintáis cercanos...
Un saludo :)